Cómo cambiar nuestros armarios sin equivocarnos

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A veces, a pesar de que tenemos muebles más o menos útiles y duraderos, desde un punto de vista estético nos cansamos de ellos. Sin embargo, la virtud del ahorro nos impide hacer nada al respecto, y optamos por conformarnos con lo que tenemos, que, en realidad, no es poco, ya que muchas otras personas en nuestro lugar carecen de algo tan básico y esencial como el mobiliario. Sin embargo, hay otras soluciones; y si disponemos de suficiente dinero, no tenemos por qué desecharlas. Los muebles actuales del dormitorio, por ejemplo, bien pueden cambiarse a otra habitación, una en la que percibamos desde hace tiempo que hay necesidades de organización importantes. Así, por ejemplo, para nuestro cuarto podríamos comprarnos un armario completamente nuevo, uno más bonito y que nos haga sentir reconfortados en nuestro hogar, que no es un objetivo poco digno.

Al respecto, incluso desde el punto de vista funcional puede que nos convenga animarnos a tirar la casa por la ventana y comprar nuevos armarios a medida. Aunque tengamos uno que nos haya durado y nos haya servido bien durante mucho tiempo, puede que le falte la flexibilidad de los modelos a medida a modulares, caracterizados por su modernidad y su extraordinaria flexibilidad para ser modificados cómo y donde queramos como un puzzle. De hecho, esta voluntad de modificación se extiende también a otro tipo de componentes. Es posible, incluso, decidir invertir en el término medio y no cambiar del todo el mueble que ya tenemos, sino, sencillamente, modificar los frentes de armario, tal vez para colocar un espejo de cuerpo entero, o cambiar las puertas abatibles por otras correderas porque las consideramos más interesantes de cara al ahorro de espacio o a la manipulación de las puertas en general.

En fin, las posibilidades que se nos presentan en materia de muebles, y más en específico respecto al tipo de mueble que hemos señalado como ejemplo, son muchas, y ninguna implica necesariamente desechar o desaprovechar los que ya tenemos. Además, sobre lo de tirar la casa por la ventana, resulta que, en realidad, seguramente no tengamos que hacerlo, pues sería muy rentable.

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